4 editoriales y más obras: historietistas esperan que 2022 sea el año del cómic

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No es fácil crear tu propio cómic, especialmente en Bolivia, donde no hay apoyo editorial continuo y el trabajo recae en los autores. Sin embargo, nuevas editoriales y publicaciones hacen que los historietistas consideren que 2022 puede ser “el año del cómic”.

Hay muchas señales al respecto. Tres editoriales grandes están dedicando espacio al noveno arte: El Cuervo, la Biblioteca del Bicentenario de Bolivia y Kipus; otra preparó reediciones de obras reconocidas e internet facilita el acceso de muchos.

“Es un año con noticias positivas. Tenemos una generación emergente que está trabajando en nuevas propuestas y otras anteriores que continúan produciendo. Estamos en una buena situación”, evaluó el artistas Andrés Montaño.

Él es uno de aquellos que llegó con buenas nuevas. Está alistando la presentación de nuevos trabajos propios y con otros colegas en su propia editorial.

“Creo que ya podemos desechar el adjetivo de industria en nacimiento para el cómic boliviano. Ya lo hizo hace años gracias al trabajo de muchos. Lo que podemos decir es que está creciendo y buscando los modos de mantenerse”, consideró por su parte Jorge Siles.

Pero, pese a las novedades, no se niega que aún falta un camino muy espinoso por recorrer, tal y como viene siendo desde inicios de este siglo. Hay opciones y producción de historietas, pero no es fácil mantenerlas.

Uno de los motivos es que, si bien se utiliza la palabra industria, en realidad se tiene el caso de un trabajo más artesanal en el que los autores deben hacerse cargo de todo en el proceso. Desde escribir los guiones, dibujar -si es que no se trabaja en equipo- editar, colorear, imprimir, promocionar e, incluso, vender de puerta en puerta.

“Puede ser bastante desalentador cuando comparas cómo van las cosas con otros países de la región y, ni que se diga, con los gigantes como Estados Unidos y Japón. Cuando analizas una publicación del exterior constatas que detrás de una revista de 24 páginas hay un equipo enorme, con individuos con papeles específicos”, indicó la escritora y crítica Mariana Ruiz.

Eso no quita que se han hecho esfuerzos por conformar grupos grandes de trabajo. Incluso ya hay intentos en la conformación de alianzas entre guionistas e ilustradores que publiquen de forma más o menos frecuente.

Tal es el caso de la pareja formada por la dibujante Rafaela Rada y el escritor Corven Icenail. Desde hace más de una década, el dúo saca de manera casi anual novelas gráficas que siguen el formato y diseño del manga (historieta japonesa).

No son series que giren en torno a personajes fijos, sino historias completas sobre diferentes temáticas: desde romance a ficción histórica, de terror a historias de la cotidianidad.

Otra asociación regular es la de Jorge Siles con Óscar Zalles. Juntos participaron y ganaron varios de los certámenes culturales organizados por los gobiernos municipales de La Paz y Cochabamba. Además que reeditaron algunas de sus mejores piezas como El Kusillo.

Una nueva alianza es la de Joaquín Cuevas y Alejandro Barrientos, que, además hizo noticia al crear una de las obras de larga duración pensada inicialmente para el formato digital: Altopía. “Me cansé de ser el todólogo”, confesó en una ocasión Cuevas. “Cuando te encargas tú solo de todo es agotador y eso te impide sacar títulos regularmente”.

Ello pasa especialmente en el caso de trabajos de gran calidad. Tal es el caso de Álvaro Ruilova, quizá la mayor estrella boliviana del noveno arte. Autor de los éxitos Cuentos de Cuculis, que incluso fue editada en el exterior, Ruilova es famoso por tomarse su tiempo en sacar una nueva obra.

“No es de extrañar. Tanto su guion como sus dibujos son excelentes. Pero lograr ese nivel toma mucho tiempo, especialmente cuando se lo hace solo”, añadió Ruiz.

Es así que varios personajes y series que tuvieron gran éxito en el pasado se fueron descontinuando hasta desaparecer. Pasó con Departamento X, de Marcelo Fabián, en la cual una periodista llamada Daniela comparte su hogar con un extraterrestre, un pie grande y un fantasma muy especiales; y pasó con Súper Cholita, creada por Rolando Valdez y Santos Callisaya.

Sacrificio y supervivencia

Es que “hacer cómic duele”, como manifestó Cuevas. “Tienes que aniquilar la página en blanco y eso no es nada fácil, especialmente cuando quieres llegar a otros”, agregó Siles.

Muy pocos historietistas pueden decir que viven de sus publicaciones. Sus ingresos para vivir y trabajar en sus obras provienen del trabajo como ilustradores comerciales y otras ocupaciones.

Incluso algunos de los best sellers nacionales no son rentables. Es el caso de Amor Blue de Mery Nina, ya que la autora se encarga de su impresión y distribución a costos inferiores al de productos importados.

En ese sentido lo que falta es el apoyo fuerte de una editorial. Hubo iniciativas importantes como la de 3.600, que trabajó en una adaptación de la novela Periférica Blvd de Adolfo Cárdenas o TuKiosko que publicó los tomos sueltos de Abandonando el barco y Moscas de Álvaro Ruilova, entre otras piezas.

Lo que viene

Pseudo gente, dirigida por Pablo Cildoz, es una de las principales editoriales dedicadas al noveno arte. Y este año llegará a la Feria Internacional del Libro de La Paz (FIL) con fuerza. Reeditará trabajos de Ruilova, demás de presentar novedades.

“Tenemos material, afortunadamente. Hay nuevos talentos que están tratando de difundirse y hay un interés por parte del público en leerlo”, contó Cildoz.

Asimismo, este año El Cuervo comenzará con la línea editorial Cuervo Cómico. Se estrenará en la FIL con el primer tomo Altopía, precisamente la serie de ciencia ficción de larga duración creada por Cuevas y Barrientos.

Por su parte la Biblioteca del Bicentenario de Bolivia (BBB) está sacando una serie de adaptaciones en historieta de obras que forman la colección.

Kipus acaba de lanzar el cómic en quechua ¡T’akayacharikamushallanñataq! (Nuevamente está empezando a gotear la lluvia), de la lingüista Gladys Camacho.

Y está la Asociación Boliviana de Creadores de Historieta (Abach), cuyo objetivo es apoyar a los autores en la distribución de sus obras. De esta forma anunciaron varios títulos nuevos a presentarse en la FIL, además de ayuda a los independientes para vender.

Todo para satisfacer un apetito cada vez creciente. Sí, el cómic estadounidense vende más, pero los bolivianos quieren lo suyo y conocen a los autores.

Según datos de La Viñeteca, entre 10% y 15% de sus ventas corresponden a títulos nacionales. Rada y Corven reeditan regularmente sus novelas y Cildoz recibe clientes que buscan lo nuevo.

Gracias a la digitalización y las plataformas de redes sociales como Facebook o Instagram, muchos historietistas pueden llegar regularmente a los lectores de todo el país.

Uno de ellos es Yexit, quien casi semanalmente publica una viñeta en su página de Facebook. “Tengo la ventaja que trabajo con un dibujo sencillo, que me permite salir de forma más seguida”, contó.

En sus tiras habla de temas sociales, de entretenimiento y, cómo no, de política.

Eso no impide que en cuanto se presente la oportunidad de imprimir en papel no la aproveche. Este fin de semana, por ejemplo, Yexit presentó junto con otros autores el compendio Rayaso.

Otro que aprovecha Facebook es Jorge Ticona. Con el seudónimo de Jorgex publica tiras cómicas sobre la relación entre una mujer de pollera y su hijo metalero.

El año pasado un grupo de historietistas se unieron para crear la plataforma Gokongo (https://www.gokongo.co). Allí, de forma gratuita, el lector puede leer los trabajos de 37 autores bolivianos.

Los hay de todo tipo, desde el estilo manga a la boliviana de Roxan Tórrez y Carolina Monasterios a la fantasía de Andrés Montaño.

Uno de los trabajos que la integran es Altopía de Joaquín Cuevas y Alejandro Barrientos. Aunque está a punto de salir en edición impresa, esta serie fue concebida inicialmente para ser difundida por internet.

Los autores cuentan que fue a raíz de los lectores de medios digitales que comenzaron a buscar editoriales que les apoyen con la publicación en papel, sólo para los fanáticos.

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