Enrique es un fanático de Iron Maiden. Desde que tenía 13 años escucha sus temas y su sueño más grande es verlos en Bolivia. Lamentablemente lo más cerca que estuvo es ver la actuación de Raphael Mendez, cantante brasileño que hace tributo a la banda británica, reproduciendo el tono de voz del vocalista bruce Dickinson.
Por su parte su amigo Daniel ahormó desde inicios de este año para poder pagarse un viaje a Brasil, país a los que el grupo de metal visitará en septiembre. Apunta a irse a la ciudad de Curitiba, si es que no consigue un paquete especial en una agencia de viajes.
Es que para muchos de los melómanos bolivianos las únicas opciones para disfrutar en vivo y en directo de sus temas favoritos son el viajar a los países vecinos o resignarse a escuchar un tributo realizado por un cantante o banda nacional en un boliche o la vista de un doble.
“Lo que pasa es que somos víctimas de una serie de factores de muchas naturaleza. El primero, y más obvio, es que Bolivia, por mucho que nos duela, es un público ínfimo en comparación al que hay en, digamos, Santiago”, comentó Gustavo Tobar, organizador de conciertos masivos de metal.
Eso hace que el país no sea tan rentable para algunas bandas, especialmente tratándose de las más grandes. Si, los atractivos de Bolivia son muchos, pero la cantidad de gente que compraría una entrada no es del mismo tamaño de la pasión.
Una muestra de ello fue el problema generado por la cancelación del recital de Christian Nodal en La Paz. “El organizador no conocía muy bien el público paceño y, por tanto, sobreestimó sus capacidades para poder pagar el caché del artista y, de paso, ganar algo”, manifestó un organizador de eventos que pidió mantener su nombre en reserva.
Esto afecta el costo de las entradas. Tobar indicó que es por eso que en varios recitales hay una diferencia tan alta de precios entre las secciones más caras de las más baratas.
“Unas terminan pagando para la mayor parte de las personas”, aseguró. Por eso no es de extrañar que en presentaciones se puedan cobrar hasta 7.000 bolivianos por una mesa numerada de un determinado número de personas, mientras los costos más bajos o generales apenas superen los 100.
Gustos varios
Claro que esto no está escrito en piedra. El interés por una estrella varía mucho de región en región en Bolivia.
Por ejemplo Gabriel Feldman destacó que llegará a Santa Cruz Daddy Yankee y Marco Antonio Soliz. Ambos éxitos casi seguros, como también lo fue el recital de Wisin & Yandel en La Paz.
“El programar conciertos requiere de mucho estudio, ya que no solo cada país tienen un gusto particular, sino también las regiones. Es decir, dudo mucho que en Bolivia Coldplay llegue a ser un éxito como los fueron los Ángeles Azules”, dijo.
Dentro del mismo país las diferencias son notorias. Mientras que en Cochabamba y Santa Cruz las rancheras son las preferidas, el altiplano y Sucre el rock tiene público.
Pero, sigue siendo una audiencia pequeña. Pero aún, una audiencia que no está acostumbrada a pagar lo que vale una producción artística.
Desde la siempre presente piratería de productos, que incluso se venden en las afueras de los recitales, hasta la idea de pagar poco por una presentación, son reducidos quienes invertirían por asistir a un show internacional de forma rgular.
“Si apenas se paga 30 bolivianos por el cóver de boliche para un grupo nacional que hace tributos, no va invertir más de mil en un show en estadio”, lamentó Tobar.
Es por eso, también, que son muy pocos los artistas bolivianos que logran llenar un espacio deportivo cuando actúan. Los Kjarkas y Kala Marka se encuentran entre esos pocos.
“Tenemos tanto talento, pero es una pena que nuestros músicos deban resignarse a ganara apenas unos pesos en boliches. Necesitamos promocionar nuestra marca Bolivia”, indicó Carla Ortiz, que organiza el evento Respira para promocionar a grupos y cantantes.
E incluso en los locales nocturnos y pequeños se pide más tributos a bandas del exterior que obras originales. En el área del rock es principalmente notoria la situación. Los grupos que comienzan lo hacen tocando versiones o directamente reproduciendo los éxitos de sus ídolos.
Cada fin de semana la agenda está llena de “tributos”. Desde Los Fabulosos Cadillac a AC/DC o Nirvana, esa es la música que más vende.
Es quizá por meso que los imitadores internacionales de las bandas de peso tienen tanta llegada al país. “Henos tenido dobles de todo tipo que han arrasado. Pareciera que el boliviano incluso prefiere el tributo de un extranjero al de su vecino”, refunfuñó Tobar.
Así no es raro que se promocione con bombos y platillos la llegada de la doble de Karol G en Oruro, aunque fue falsamente anunciada como la verdadera cantante colombiana.
Es por eso que otra de las opciones es viajar a los países dónde si llegan las estrellas. Es un negocio en crecimiento para las agencias de viajes delmpaís.
Cada mes se pueden encontrar en las redes sociales y en gigantografñías den las calles ofertas de paquetes para acudir a un recital. Ya sea a las presentaciones de Iron Maiden en Argentina, Brasil y Chile o a los grandes festivales como el Loolapaluza o el Rock in Río.
Los precios varían, dependiendo si se incluye la entrada -y esta de acuerdo a la sección- el alojamiento y el transporte. Todo listo para que el melómano pueda, al fin, ver a su ídolo.
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