“El boliviano que redefine el periodismo de moda”. Así llamó una revista de Perú a José Andrés Criales Unzueta, el paceño que desde Nueva York, y nada menos desde la revista Vogue, revoluciona el periodismo especializado en moda.
“Con elocuencia en su pluma y humor fresco en su tono, el periodista de moda boliviano ha logrado atraer la atención de las revistas de moda más influyentes del mundo”, escribió Maira Walker, de la revista Latexmagazine.
“Siendo el nuevo miembro en el equipo de redacción de Vogue Runway, se posiciona como una joven promesa dentro de la industria, encontrando en sus redes sociales una plataforma para cuestionar, analizar y redefinir la tarea del periodista de moda”, continúa la periodista.
José Andrés escribe para Vogue desde mayo. La revista de fama mundial le propuso ser parte de su staff y aceptó. El joven de 26 años es diseñador de modas graduado en el Savannah College of Art and Design de Georgia, EEUU.
La pandemia y la cuarentena lo volvieron activo en las redes sociales, sobre todo en Instagram, desde donde comenzó a lanzar comentarios nada estereotipados sobre la moda, que conoce desde dentro. A su alrededor empezó a crecer una comunidad que lo llevó hasta donde está, afirma.
“Nunca pensé que trabajaría en Vogue, ni en un millón de años. Pero, así de a poquito, uno piensa que no se está avanzando, pero de la nada un día te despiertas y resulta que sí, que avanzaste mucho”, dice a Página Siete desde New York @eljosecriales, como se lo conoce en Instagram.
Criales no es periodista de profesión, pero ya escribió para revistas como Business of Fashion, Paper Magazine, ID magazine y ahora Vogue Runway. Su currículo está marcado por prácticas y trabajos en Banana Republic, Christopher John Rogers, Kate Spade y Coach, adonde llegó como pasante y terminó trabajando como diseñador. ¿Cuál es el secreto para alcanzar semejantes logros con sólo 26 años? “Mucha suerte y la disciplina”, afirma Criales, que salió bachiller en el colegio Saint Andrew’s de La Paz y fue un vecino de Mallasa.
En su departamento de la Gran Manzana, desde donde hace realidad sus sueños, José Andrés toma su café de la mañana en un jarro enchinado que se llevó de La Paz; acaricia y juega con sus dos cholitas de trapo y presume de un aguayo de 100 años de antigüedad que compró en EEUU. “Huele a aguayo, tiene ese olor deli”, afirma.
“Yo soy bien collita”, añade el encantador José Andrés, revelación del periodismo de moda cuyo nombre ya suena en el mundo. Ésta es la conversación con el paceño hijo de José Antonio Criales y Verónica Unzueta.
¿Cómo llegó a Vogue?
Durante la pandemia comencé a estar activo en Instagram, a escribir y comentar sobre la industria de la moda en general. Conocí a mucha gente, entre ellos a editores y periodistas, que me pidieron escribir. A inicios de este año me escribieron de Vogue para preguntarme si me interesaba ser parte de su equipo. Acepté y el resto es historia (risas).
¿De qué trató su primera publicación en Vogue Runway?
Es un reportaje sobre la tendencia de los jockstrap, un tipo de ropa interior para varones que normalmente se usa para hacer deporte, pero que en la comunidad gay se tiene como lencería. Durante los últimos años hubo una explosión de jockstrap en las pasarelas de la moda masculina y escribí un reportaje sobre esa tendencia, tal vez algo esotérico (risas), pero ése es el tipo de reportajes que hago: tejiendo conceptos y procesos de diferentes comunidades, con textos muy específicos de comunidades y cultura online.
¿Cómo es el género periodístico que está revolucionando?
Se piensa que para escribir, criticar o hablar de moda sólo se tiene que ser descriptivo; pero, como para cualquier reportaje, se debe conocer el contexto, desde qué está pasando en la política y en las diferentes culturas.
Por ejemplo, el reportaje de los jockstrap está atado al concepto del Don’t say gay que se desató en Florida, donde se está intentando quitar derechos a mi comunidad. Si tienes ese contexto social y encima hay tantas pasarelas mostrándote algo que se ve muy gay, la relación es inevitable.
Hay que ver que está pasando en la sociedad, en internet; qué le interesa a la gente, de qué está hablando; qué películas ve, qué música oye. Qué interesa a los diseñadores. La moda es la primera decisión del día y tiene que ver con un contexto, un entorno.
¿Cómo se sintió al leer su primer artículo en Vogue?
Soy muy activo en las redes sociales, que me ayudaron a llegar a Vogue, y la comunidad que formé en Instagram estaba muy entusiasmada. Apenas comenzaron a salir las primeras historias, las reseñas de colecciones, había mucho entusiasmo y curiosidad de ver cómo mi voz y mi identidad podían unirse a la identidad de una revista como Vogue.
¿Qué caracteriza a su comunidad en Instagram?
Es gente cariñosa e interesante. Todos son mis amigos, hablo casi todos los días con ellos. Respondo a todos mis mensajes porque, además de todo, me gusta chismosear (risas). Es gente que ama la moda, como yo. Tenemos conversaciones súper interesantes cuando estamos de acuerdo o en desacuerdo.
Se realiza en un país con una realidad diferente a la de la comunidad gay boliviana, por ejemplo.
En cierta forma sí. Definitivamente, Nueva York es una ciudad más progresiva. Aunque es importante recalcar que en este momento, en EEUU, están surgiendo muchos hechos que atentan contra los derechos de las mujeres y de la comunidad gay.
En ese contexto, uno no deja de salir a marchar, a protestar; uno no deja de enojarse, de escribir al respecto. Todo puede parecer fantástico, pero no deja de haber un trasfondo cultural, que se puede mostrar escribiendo.
Al final del día, mucha gente lee primero cosas en las redes sociales antes que en un periódico; lee una revista antes de ponerse a leer algo más “pesado”, más profundo sobre política, por ejemplo. En un reportaje sobre moda se puede tejer el contenido social sobre cómo es vivir siendo gay.
Estudió diseño, ¿tiene algún diseño que marcó su carrera?
En la universidad diseñé mucho. En Coach diseñé carteras, mochilas, billeteras que llegaron al mercado, pero creo que soy más pragmático. No sabría decir si tengo algún diseño símbolo, porque para mí el diseño siempre fue más una forma de curiosear el mundo, de entender cómo funciona la industria de la moda, el mercado, cómo la gente compra e interactúa con la moda.
Trabajó en marcas famosas.
Sí e hice prácticas en Banana Republic, en Kate Spade y Coach, adonde llegué a ser diseñador.
¿Cómo se alcanzan tantos logros a los 26 años?
Tengo mucha suerte, fundamentalmente el apoyo de mis padres para estudiar afuera, pero lo central es la disciplina. Cuando salí a EEUU mi objetivo era quedarme y hacer todo lo posible para que me fuera bien. Y eso hice en la universidad, en el trabajo. Cuando trabajé en Coach como diseñador, comenzaba a las 9:00 y terminaba a las 18:00 o 19:00, para empezar a escribir para algunas revistas, ya estaba en Instagram y hacía otras cosas más. Fueron tres años en los que tenía muchos objetivos en mente: escribir, la visa, ganar dinero. No había la opción de renunciar a mi trabajo y decir: bueno, ahora voy a escribir. La opción era hacer todo al mismo tiempo hasta tener la oportunidad de hacer una sola cosa.
¿Cómo salió de Bolivia?
Tenía dos razones: una profesional y otra personal. En lo personal, en la escuela me hacían bullying porque era gay y no era de las personas que podía mantenerse mucho en el clóset. No me imaginaba cómo podría hacer mi vida así. Tenía muchas aspiraciones de irme, conocer otras ciudades y ver cómo me sentiría, tal vez más libre y más incluido.
En lo profesional, que va más allá de lo personal, tenía muchos sueños. Pensaba cómo sería ir a una universidad de afuera, trabajar en una revista, en una marca grande. Uno crece viendo esas películas gringas, ¿no? (risas).
Tuve apoyo, pero siempre fui un buen alumno. En el colegio, literalmente era el nabo del curso, el que no quería ch’acharse, al que le daba miedo no hacer tareas, porque mi objetivo era tener buenas notas. Me rajé. Fue un reto encontrar una universidad que me diera la suficiente beca, pero lo logré con mis notas altas. La oportunidad es un privilegio gigante pero nunca es suficiente.
¿Cómo logró las becas?
La mayoría en la universidad. Era un intenso con los oficiales de admisión e investigué esa información un poco escondida que tienen todas las universidades detrás de sus páginas web. Me decían: Haces este ensayo y te calificamos para esta beca; con este proyecto tienes para un portafolio; con estos dibujos tienes un guion. Así, de a poquito, se fue llenando el balde.
¿Cómo fue su primer día en Nueva York?
Definitivamente de pánico. Era lo que quería, para lo que había trabajado tanto, pero Nueva York es muy intimidante; hasta hoy, cuatro años después, porque tiene mucha gente, pero me encanta perderme en ella, sin sentir que alguien me mira.
¿Piensa quedarse?
Por ahora no tengo planes de ir a otro lugar. Me encanta esta ciudad, pero si se me presenta una oportunidad interesante en otro lugar saldría. Me interesaría Londres, escribí para una revista de esa ciudad. Pero por ahora mi trabajo está acá, mi comunidad y amigos. Veremos en el futuro.
¿Cómo es su comunidad?
Es una comunidad muy libre, 100% Lgtbi Queer. Somos de diferentes países, ciudades, razas, etnias y nos fuimos encontrando de a poco. Muchos trabajamos en la industria de la moda, pero, más que todo, es gente que hallo muy libre e individual. A muchos les costó mucho conocerse, llegar a ser quiénes son y viven esa individualidad todos los días, porque la libertad no viene fácil.
¿Su última vez en La Paz?
Llego cada fin de año para ver a mis papás y a mi hermano José Pablo. Mis papás dicen que las cosas no cambian en La Paz, pero yo veo que sí, que la gente va cambiando, es en general, internet nos cambió a todos. Ahora llego y veo a dos chicos tomados de la mano, caminando; eso no pasaba cuando yo estaba ahí, eso no existía. Esas pequeñas cosas me hacen feliz en La Paz.
¿Volvería a La Paz?
Sí. No tengo ninguna reserva respecto a estar en La Paz o Nueva York. Si se me da una oportunidad interesante volvería. La industria de la moda en Bolivia está creciendo, hay oportunidad.
¿Dónde se ve en 10 años?
Muchos me hacen esa pregunta desde hace un par de meses y respondo ambiguamente, pero me gustaría seguir creciendo en la industria. Y el rol que me interesa es conectar gente, ayudar a diseñadores emergentes, contar historias de diseñadores, de la moda, de la cultura.
¿Sobre qué escribe en este momento para Vogue?
Sobre la diversidad de los cuerpos, sobre todo en la ropa masculina. En los últimos dos años hubo ciertos cambios dentro de la moda femenina, no suficientes, pero se empezó a crear en más tallas porque no todas las mujeres son altas y delgadas. Pero eso no se da con la ropa masculina. Escribo sobre qué está pasando, cuál es el obstáculo. Considero que pasa porque no hay una conversación (online o en revistas) sobre las colecciones para varones, algo normal en la moda femenina.
¿La moda Lgtbi?
La moda es una industria binaria (hombre-mujer), el mundo es binario, pero en los últimos años hay cada vez más interés en la no binaridad, en la fluidez. Siento que es el reflejo de lo que está pasando con las generaciones más jóvenes: ahora las faldas no son sólo para las chicas, las corbatas no son sólo para los chicos, pero no porque sea subversivo, sino porque es parte de esa nueva mirada.
Y ese cambio vemos en las pasarelas, en las revistas, en los editoriales, pero habrá que ver qué pasa, si de verdad llega a la gente.
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