¡No voy a representar a Bolivia en la Copa Davis! La tajante frase de Hugo Dellien, la raqueta número uno del país, sacudió al deporte boliviano. Con su decisión extrema, según explicó, respaldaba así a otros tres tenistas nacionales, Murkel Dellien, Federico Zeballos y Boris Arias, quienes ya habían renunciado a representar al país, hasta que Hiber Villafañe, presidente de la Federación Boliviana de Tenis (FBT), deje el cargo.
La rebelión de los tenistas bolivianos dejó un mensaje muy claro: los deportistas representan a Bolivia como profesionales y deben ser tratados como tales. ¿Por qué pedir la salida de Villafañe? El mejor tenista de Bolivia explicó que debido a que el año pasado no participó en la Copa Davis, por una lesión, pidió que el dinero que le correspondía sea repartido entre los que sí jugaron el torneo: su hermano Murkel, Zeballos y Arias. “Es el único ingreso que tiene cada uno de ellos para poder seguir compitiendo”, detalló el Tigre de Moxos. El titular de la FBT se negó, con este argumento: “La interpretación de la federación es simple, todo trabajo tiene una remuneración y en este caso Hugo no jugó por lesión; por lo tanto, no corresponde el pago”.
Como en el fútbol, Bolivia tiene tenis profesional, pero con marcadas diferencias. Nuestros tenistas compiten por unos premios, pero también tienen que hacer frente a todos sus gastos: viajes, estadía, transporte, alimentación, entrenadores, médicos, especialistas… Y cuando son jóvenes, esos gastos pesan bastante en los bolsillos de sus padres porque los premios a los que se aspira son magros y la FBT no contribuye.
Para crecer como tenistas profesionales, los Dellien, Zeballos, Arias y tantos otros deben competir y acumular puntos para acceder a los ITF Futures, que puntúan para ATP y WTA, controlados por la Federación Internacional de Tenis. Todos los grandes tenistas pasan por lo mismo.
Los promotores de la rebelión resaltan que su único interés es mejorar el estado del tenis, concienciar a la gente que lo maneja e intentar terminar con una cadena de despropósitos. El dinero generado por los deportistas debe ser para los deportistas.
Hugo Dellien alzó la voz para que el dinero que le correspondía a él llegue a sus compañeros de equipo, que necesitan los recursos económicos para seguir representando a Bolivia. De su ritmo de competencia internacional depende su calidad para llegar a la élite y poner en alto al país. Sin buena competencia, no hay buenos deportistas. Sin apoyo económico, no hay nada.
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