¿Llamar al 911?

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Visualizar los dígitos 9-1-1 (entidad creada en 1963), al menos en el mundo occidental nos vincula automáticamente a una llamada telefónica de auxilio o emergencia, a la que responde un(a) operador(a) e indaga lo que sucede, la localización (aunque la llamada en sí revela el lugar) y otros. ¿A quién llamar cuando en una institución, ante un cambio de dirección, donde las cosas comienzan con ciertas trabas, donde no se tuvo en cuenta al menos la situación de la administración anterior (fortalezas, oportunidades, debilidades, amenazas), simplemente se trata de establecer un nuevo “sello personal”?
Suele darse el caso de un directivo que está en una institución por años, consolidando prestigio por su liderazgo, experiencia a lo largo de su vida –es ideal si tiene una formación pedagógica–, al haber ejercido como docente de base en diferentes niveles de educación (primaria, secundaria y universitaria), con una cualidad que, en lo personal, es vital para un educador. Es la comunicación con su entorno (profesores, estudiantes, administrativos, personal de apoyo, padres de familias), cuyas palabras deberán demostrar dominio de los procesos educativos, cumplimiento de lo establecido en reglamentos, normas. Y ser tolerante, flexible y exigente.
A lo anterior se suma la sencillez, accesibilidad, saber escuchar, discernir y tomar las mejores decisiones, preferentemente avaladas por un equipo de trabajo (consejo), si fuese así, diría ¡EUREKA!, famosa interjección atribuida al matemático griego Arquímedes de Siracusa (287-212 a. C.), hoy empleada como celebración de un descubrimiento, hallazgo o consecución que se busca con afán. Hecho que me induce a la revisión del perfil por parte de las instancias superiores que correspondan y sobre todo cuando el saliente era de “armas tomar”, entiéndase sacar las cosas adelante.
No todos nacemos para una ocupación específica, lo cual crea un camino no tan lineal y en ocasiones escabroso, hecho que nos permite caer en errores, rectificaciones y poco a poco se va labrando hacia situaciones mucho más aceptables.
Sin embargo, lo de poco a poco, cuando la institución es educativa, no puede ser tan lenta, ya que “la arcilla” que se forma son niños, jóvenes, tanto en valores, como en aprendizajes y aplicación de los conocimientos. Eso no nos permite “botar” el tiempo.
¿Quién ha de ser el primer bastión en quién apoyarse? Los profesores/as, verdaderos “combatientes de primera línea”, responsabilizados con la educación integral de estudiantes, de poner en práctica los lineamientos que la institución establece a través de sus políticas, misión, visión, metodologías, enfoques y manteniendo siempre una comunicación diáfana, transparente y de retroalimentación bilateral, lo cual permita identificar cómo marcha el proceso y enrumbar de ser necesario al cumplimiento de los objetivos propuestos a corto, mediano y largo plazo.
Hay quienes consideran –respeto criterios– que el estudiante debería ser primero, en cuanto a atención, lo cual discrepo, pero no resta que dejen de serlo. Un auto (institución) no se mueve sino tiene combustible (docentes), por tanto, sus clientes (estudiantes) no podrán ser trasladados por el mejor camino (formación para la vida). Luego, si los hechos fuesen así, donde hay preocupación en el profesorado mismo, ¿llamarías al 911?

El autor es Licenciado en Ciencias Pedagógicas.

La entrada ¿Llamar al 911? se publicó primero en El Diario – Bolivia.

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