<img src="https://www.paginasiete.bo/binrepository/editorial_21-5923609_20230526191431.jpg" title="El odio racial en
el fútbol» />
“El fútbol funciona como espejo acrecentado y pasional de problemas como el racismo y la violencia”, expuso Juan Villoro, escritor mexicano y futbolero, al referirse al “oficio de patear balones”. Así pues, el fútbol es uno de los deportes con más reacciones racistas, pero también con mayor impacto mediático. El pasado domingo, el brasileño Vinícius Junior, del Real Madrid, sufrió agresiones racistas durante un partido que su equipo perdió por 1-0 ante el Valencia por LaLiga española. El encuentro estuvo detenido cerca de ocho minutos.
El árbitro del duelo registró en el acta que “un espectador” gritó al jugador “mono, mono” y que por ello activó el protocolo de racismo. Mientras los audiovisuales evidenciaban que en todo el estadio se repetía esa palabra. La Fiscalía Provincial de Valencia abrió una investigación para determinar si los insultos pueden constituir un delito de odio. Tres jóvenes fueron imputados.
La penosa situación ocurrida en el estadio de Mestalla (Valencia) provocó reacciones de rechazo y de apoyo al jugador por todo el mundo y desde todos los ámbitos de la sociedad. Hasta la ONU se pronunció. A través de un alto comisionado, condenó los insultos a Vinícius y pidió a los organizadores de eventos deportivos que pongan en marcha “estrategias para evitar el racismo en el deporte”. En Brasil, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva dijo que no se puede permitir que “el fascismo y el racismo” dominen en los estadios de fútbol.
En España los casos de racismo en el fútbol se multiplican desde hace años, sin que confluyan en sanciones penales. Pero como el racismo no es propio de un país, esta práctica, enraizada en el balompié, también está en Latinoamérica.
Bolivia es uno de esos países. En 2018, Iván Castillo fue víctima de racismo en un torneo de exjugadores en Cochabamba. La agresión verbal racial fue tan fuerte que él no pudo evitar el llanto. En los años 90, su hermano, el recordado Ramiro Castillo (+), fue un activista en contra del racismo en el fútbol. En los últimos años, Serginho, futbolista brasileño, fue otra víctima, en el balompié profesional. Lo mismo que tantos otros, que escuchan frases como: “raza maldita, cholis…”.
El Código Disciplinario de la FIFA sanciona el racismo en los estadios, con multas y suspensiones. Las federaciones y asociaciones también castigan esos hechos con medidas similares. Sin embargo, para contribuir a erradicar los insultos y las vejaciones racistas en los escenarios deportivos, las sanciones deben ser ejemplares y para evitar que la violencia verbal sea la antesala de la física, se debe encarar una lucha activa contra el odio en el deporte y para eso es fundamental que haya una labor educativa.
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