Si Bolivia fuera un paciente internado de emergencia en un centro hospitalario, lo más probable es que, a la primera revisión, la conclusión sería que se trata de un caso con pronóstico reservado, que es como los galenos se refieren a un enfermo sobre cuya evolución no tienen certeza, aunque presumen que no llegue a ser necesariamente favorable. Hasta ahí, el asunto es preocupante, pero pasa a ser desesperante si encima de ello el médico encargado de atenderlo no se encuentra capacitado para sacarlo adelante.
Eso es lo que en alguna medida piensan los bolivianos sobre la situación de la economía en el país y su futuro, según la encuesta que publica Página Siete y que fue elaborada por Cultura Interactiva en mayo en todo el país, con un margen de error de +/- 3,3% .
El 82,4% de los encuestados considera que el país se encuentra en crisis y el 44,2% de ellos, que se trata de una crisis fuerte, incluidos quienes respaldan la gestión del presidente Luis Arce Catacora. Además, la mayoría (49,2%) considera que el próximo año la situación económica será igual o peor.
Claro que atravesamos una crisis, sería muy ingenuo pensar lo contrario luego de que, una tras otra, las calificadoras de riesgo Moody’s, Fitch Ratings y Standar & Poors bajaron la calificación al país con observaciones coincidentes al mal manejo económico. Luego de que desaparecieron los dólares del mercado, hubo filas para comprar huevos y ahora aumentan las quejas por la falta de combustible en las fronteras.
Todo esto ya hizo que la imagen del “Superluchito” de la economía se venga abajo y ahora los bolivianos, siempre según la encuesta, consideran que, en este escenario adverso y con pronóstico también adverso, el Mandatario no tiene la capacidad para sacar al país de la crisis en la que se encuentra. El 56,4% de los encuestados respondió de esa manera y sólo el 31,7% opinó que sí tiene la capacidad para sacar a Bolivia de la crisis.
Lo cierto es que el Presidente ha perdido la confianza de la gente y por más que insista con pintar un panorama positivo en sus pocas apariciones públicas, ya no es visto como el hombre del milagro económico, como seguramente creyeron el 55,11% de los electores que votaron por él en los comicios de octubre de 2020.
Por ello, la encuesta también lo ubica detrás de dos opositores en su capítulo referido a la imagen de dirigentes políticos. Aparece con 36,2% de calificación buena y muy buena, por debajo del alcalde de Cochabamba, Manfred Reyes Villa (38,2%), y del gobernador de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho (39,7%). Con todo, se mantiene por encima de sus correligionarios Andrónico Rodríguez ( 35,2%) y Evo Morales (32,3%).
Arce, además, ya comienza a cargar el desgaste de media gestión, al igual que su partido, más allá de las peleas internas que desaparecen con la misma facilidad con que llegan. Eso también se refleja en la encuesta, donde el 51,9% respondió que preferiría votar por un candidato de oposición en las elecciones de 2025, aunque preferentemente por uno nuevo (43,6%)
Si bien la oposición aparece como favorecida, cuando se consultó a los encuestados por qué candidato votarían, una vez más ganó la dispersión, que es lo mejor sabe hacer la oposición en tiempos electorales. El respaldo se divide entre siete líderes con apoyo por encima de los 4 puntos y tres de ellos con más de 10 puntos: Manfred Reyes Villa (10,8%), Vicente Cuéllar (15,3%) y Fernando Camacho (20,2%).
Con estas tendencias, pareciera que se abre una ventana para la oposición rumbo a 2025, que sin embargo, se puede cerrar fácilmente por diversos factores, entre ellos la dispersión. También es cierto que en Bolivia la oposición tiene matices diferentes, por lo que los intentos de presentar una sola fórmula siempre han resultado artificiales.
Interesantes todos los datos que arroja la última encuesta elaborada por Cultura Interactiva, aunque habrá que coincidir en que el más preocupante es el referido a la percepción que se tiene del presidente Arce: no es percibido como capaz para hacer lo que todos esperaban que haga mejor.
Deja tu comentario