Un viaje en la línea Verde del Tren: entre motos, escombros y turistas

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“Esa moto puede causar un accidente”, advierte una pasajera de la línea Verde del Tren Metropolitano al percatarse que dos motociclistas circulan sobre los rieles por delante del tren. “Están ayudando para que paren los vehículos y las personas, es para evitar accidentes”, responde otra usuaria. Desde el vagón de la línea Verde, que parte de la Estación San Antonio con destino a Quillacollo, se puede observar a las dos personas en motos que colaboran en la educación vial para evitar accidentes en los rieles; pero también se advierten escombros y otros materiales de construcción debido a que continúan algunas obras en los alrededores de las vías; además, más del 50% de los pasajeros utilizan ese transporte por turismo y no por necesidad.

“Quiero conocer el tren, por dónde circula y cómo se siente”, dice en quechua una señora de pollera de la tercera edad, mientras muestra su ticket a uno de los funcionarios de la operadora Mi Tren antes de subir a la línea Verde que desde hace más de un mes —el 14 de febrero— ya tiene una tarifa: cuatro bolivianos la general y dos bolivianos para menores de edad, estudiantes, tercera edad y discapacitados.

El Tren Metropolitano de Cochabamba es considerado una de las megaobras más importantes de los últimos años. El proyecto contempla tres líneas: Roja, Verde y Amarilla; esta última todavía no fue ejecutada, mientras que las dos primeras ya están en operaciones.

Página Siete realizó un recorrido por la ruta de la línea Verde — desde la Estación San Antonio de la ciudad de Cochabamba hasta el municipio de Quillacollo— en el que se observó a las dos personas en motos, obras o trabajos inconclusos y que algunos pasajeros utilizan ese medio como turismo para conocer el tranvía eléctrico y su ruta.

Un paseo por el tren

Son las 13:15 del miércoles 8 de marzo. En los asientos de espera de la Estación San Antonio se observa a más de 30 personas sentadas aguardando a que salga el vagón de la línea Verde. En boletería no hay filas, pero los pasajeros llegan de a poco.

Faltando cinco minutos para las 13:30 los funcionarios de Mi Tren instruyen a los pasajeros realizar una fila para controlar los boletos antes de que ingresen al tranvía. La mayoría de los asientos se ocupan al instante (el vagón tiene capacidad para 66 pasajeros sentados), aunque ninguno va parado.

La línea Verde, desde la estación San Antonio en las avenidas 6 de Agosto y Barrientos, hasta llegar a Quillacollo, pasa por 11 paradas que conectan la ciudad de Cochabamba con Colcapirhua y Quillacollo.

Las paradas son: estación San Antonio, parada Cementerio, Aeropuerto, parque Mariscal Santa Cruz, Beijin, Villa Busch, Señora de la Merced, Santa Rosa, OTB Barrio Ferroviario, Colcapirhua, Piñami, Cotapachi, Avenida Ferroviaria y, finalmente, estación Quillacollo. Esta línea tiene horarios específicos de salida: todos los días el primer vagón sale, desde la ciudad de Cochabamba, a las 6:00, luego a las 8:30, 11:00, 13:30, 16:00 y 18:30.

Motos sobre rieles

Desde que parte el vagón hasta llegar a Quillacollo dos motociclistas van delante del tren, sobre los rieles. En cada calle y avenida por donde circula se encargan de alertar y hacer parar a los conductores privados y públicos.

Tras la inauguración de la línea Roja del Tren Metropolitano de Cochabamba, en septiembre de 2022, hubo varios incidentes debido a la imprudencias de conductores, motociclistas y peatones que utilizan los rieles para circular. Algo similar sucede en la ruta de la línea Verde.

Las imágenes captadas por la operadora del Tren, los medios de comunicación y ciudadanos dan cuenta de estas imprudencias. A mediados de octubre de 2022 un vehículo se encunetó en las vías de la línea Roja en la avenida Petrolera. En diciembre de ese año un peatón fue embestido en esa misma ruta mientras circulaba por los rieles porque no escuchó los bocinazos del tranvía.

Además, muchos conductores intentan rebasar al tren pese a que son alertados, con anticipación, que deben parar porque se aproxima el vagón eléctrico con pasajeros. Ante esta situación, los dos motociclistas colaboran en la educación vial.

Entre escombros

En algunos sectores de la ruta se divisaba material de construcción como piedras, ladrillos, cemento, arena y hasta escombros. Algunas obras corresponden a la empresa Tunari y otras a los vecinos que realizan algún trabajo de edificación.

En diferentes oportunidades, antes del inicio de las operaciones de la línea Verde, vecinos del Distrito 4 realizaron protestas. Exigían a la Unidad Técnica de Ferrocarriles (UTF) obras complementarias civiles y pluviales porque aseguraban que la construcción de la plataforma de esa línea causó una elevación de la vía y diques lo que podría generar la acumulación de aguas en temporada de lluvias.

El presidente del Distrito 4, Jhonny Gumucio, aseguró que las obras que solicitaron están cumpliendo, que iban a buscar financiamiento para ejecutarlas. Sin embargo, realizarán una evaluación. “No han intervenido como nosotros esperábamos. Estamos haciendo una evaluación y los vamos a convocar, porque no hubo ningún acta suscrita para autorizar la circulación de la línea Verde como lo viene haciendo actualmente”, dijo Gumucio. Entre las obras que demandan las 17 OTB involucradas están: nuevo sistema de tráfico vehicular, seguridad y señalización para los peatones, reposición del asfalto, tratamiento de canales de drenaje, embovedado del canal Arquímedes y otras.

El presidente de la Asociación de Ingenieros Eméritos de Cochabamba, Gonzalo Maldonado, también tiene observaciones a varios trabajos complementarios a la línea Verde. “La plataforma a nivel mayor de los terrenos existentes generó problemas de drenaje. La empresa JOCA y la UTF deberían haberlo previsto en los diseños, dejaron un problema que se mantendrá en el tiempo. En el intento de solucionar han construido cámaras donde se acumula sedimento y no fluye el agua con facilidad. La Alcaldía también es responsable porque debería haber tomado conocimiento de los diseños. Cuando se reclamó recién aparecieron los técnicos, pero ya era tarde”, advierte Maldonado que hace seguimiento a las líneas de este nuevo transporte en Cochabamba.

Gumucio y los funcionarios de Mi Tren aseguraron que los vagones de la línea Verde, en cada una de sus salidas, parten casi llenos debido a la afluencia o demanda de pasajeros. Sin embargo, se evidenció que al menos el 50% opta por este servicio como una forma de hacer turismo, para conocer el interior del vagón de un tren y los lugares por donde circula.

Para Maldonado, el servicio de la línea Verde es un “fracaso” porque no es competitivo con el transporte público, ya que hasta los municipios de Colcapirhua y Quillacollo el pasaje cuesta 2,50, mientras que en el tranvía es de cuatro y dos bolivianos.

“El precio del pasaje estaba dispuesto, por el estudio de factibilidad, a 3,50 bolivianos. El ministerio aprobó ese estudio; por tanto, ésa es una mala decisión cobrar cuatro bolivianos; también iba a ser una mala decisión cobrar 3,50 porque el transporte público cobra 2 desde Quillacollo y desde Sipe Sipe 3 bolivianos. ¿Cómo competirán con el trufi? Por eso que no hay pasajeros como estimaron. La frecuencia estudiada era cada 20 minutos, ahora han fijado cada 90 minutos (una hora y media), eso demuestra que deben reunir pasajeros para cada salida. Eso demuestra que es un fracaso”, precisa Maldonado.

Página Siete intentó, en reiteradas oportunidades, comunicarse con el director general de la operadora Mi Tren, Roger Uribe Rojas, y pese a su compromiso de responder a las preguntas de este medio, no contestó.

La línea Amarilla, considerada la más conflictiva, aún no tiene fecha para el inicio de obras debido a la oposición de los vecinos en su trazo.

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