Micaela: “Logré embarazarme en dos oportunidades y ser madre tras congelar embriones”

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A Micaela Molina le diagnosticaron una falla ovárica temprana a los 30 años, es decir que tenía problemas para producir óvulos; por tanto, no podía embarazarse. Al conocer su diagnóstico, no se dio por vencida y visitó a muchos médicos para que la ayuden, porque deseaba ser mamá. Pero nadie le daba esperanzas. “Luchamos tres años”, precisa.

De por medio se le presentó un precáncer de cuello del útero y eso complicó su panorama. “Me dijeron que no me podía embarazar ni con tratamiento in vitro y que era candidata a donación de óvulos”. Así llegó donde el doctor Luciano Gutiérrez, quien le devolvió la esperanza y le asesoró para embarazarse.

“Gracias a su paciencia me hicieron varias recolecciones de óvulos en varios momentos y ciclos”, relató. Los médicos juntaron sus óvulos con los espermatozoides de su esposo y lograron congelar cinco embriones.

En 2019, le pusieron dos embriones y quedó embarazada. “Los dos me pusieron, era una pareja, pero tenía embarazo de alto riesgo y a las nueve semanas perdí a un bebé”.

Recuerda que en ese momento estuvo complicada su gestación y por eso casi pierde a su segunda bebé, razón por la que tuvo que estar casi cuatro meses en revisiones médicas y en reposo. “Fue de muy alto riesgo, pero gracias a Dios, el 1 de agosto nació mi primogénita”, cuenta.

La bebita nació de 38 semanas, pesaba 2,7 kilos y estaba completamente sanita. “Fue un milagro”, dice su mamá.

Ya cuando la pequeña tuvo dos años, ella y su pareja se animaron a tener a su segundo bebé. “Como teníamos tres embriones congelados…”. Sin embargo, en ese momento ya pasaba por un proceso de menopausia temprana e incluso con tratamientos de reemplazo de hormonas. “Consultamos al doctor Luciano y nos dijo que ése era el momento”.

Recuerda que en el primer intento el embrión logró prenderse, pero lo perdió. “Fue muy temprano el tratamiento, por eso esperamos dos meses para volver a intentar. Nos quedaron dos embriones, y no queríamos usarlos los dos por miedo a que salgan mellizos, pero el doctor nos animó hasta el último momento. Ya en el último minuto decidimos que me coloquen los dos, sólo uno se prendió y quedé embarazada”.

Con lágrimas relató que todo el proceso fue de alto riesgo. “Casi la pierdo en dos oportunidades, tenía placenta baja, piedras en el riñón y por eso a las 28 semanas tuve que estar en reposo, me operaron. Fue un desafio, por eso tuve que tenerla a las 33 semanas. Mi pequeña nació prematura, sanita, pero entró a incubadora porque todavía debía ganar peso, ya que pesaba menos de dos kilos”, afirma.

Hoy la bebé tiene seis meses de vida y Micaela asegura que ahora es mamá de “dos hermosos milagros”.

Ella dice que tener una wawa con tantos obstáculos es realmente “un sueño hecho realidad”, porque una mujer es madre de otra manera y además entrega tanto cariño y amor a sus hijos porque les has esperado tanto que no hay nada igual. “Es una bendición tenerlas, gracias a esos tratamientos médicos”.

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